En su expansión a lo largo y ancho del planeta, el virus SARS-CoV-2, conocido ampliamente como ‘coronavirus’, ha hecho patente la enorme importancia de la fragilidad del estado de salud en las poblaciones, como factor de riesgo de tal calibre que puede significar la diferencia entre sufrir esta infección viral-bacteriana prácticamente sin síntomas y tener que ser internado en una Unidad de Cuidados Intensivos.
Sin duda, nuestro estilo de vida, sumado a muchos otros factores por todos conocidos, determina en gran medida nuestro estado de salud en un momento determinado, y en estos tiempos en que prácticamente todos tenemos que mantenernos en cuarentena, se adiciona el estrés asociado a la interrupción laboral, el temor a una enfermedad poco conocida, la carga económica y financiera, así como la preocupación por nuestros seres queridos.
De acuerdo a múltiples reportes, es común que en esta situación, las personas recurran a la alimentación desordenada, en calidad y cantidad, para sobrellevar la situación, incluso en las ciudades en donde se está comenzando a regresar a una normalidad, ajustada a los lineamientos que buscan limitar los contagios.
Nuestra alimentación, como bien sabemos, resulta esencial para el mantenimiento de un estado saludable y la prevención de la enfermedad, independientemente de que la nutrición especializada sea aplicada como parte de los tratamientos multidisciplinarios de las personas afectadas por la enfermedad COVID-19.
Bueno, pues hay múltiples componentes de la alimentación que resultan fundamentales para la prevención de las enfermedades infecciosas, incluyendo, por supuesto, varias fuentes de vitaminas tanto hidrosolubles como liposolubles, así como de ácidos grasos insaturados, una diversidad de aminoácidos y muchos fitoquímicos con acción biológica. Todos estos nutrientes y no nutrientes participan en las múltiples rutas que componen nuestro sistema de defensa inmunitaria, que va a actuar en la primera línea de protección contra los microorganismos patogénicos -acción preventiva- y también, en el caso de un contagio, en la lucha para destruir al organismo responsable y al mismo tiempo limitar el daño causado por el sistema inmune, que suele ser muy intenso y tiene el potencial para dañar a las células del cuerpo humano, a varios niveles.
Para conocer más sobre el tema de la nutrición, el sistema inmune y la COVID-19, pueden leer el artículo realizado por uno de los grandes especialistas en inmunonutrición, el doctor Philip C. Calder, publicado muy recientemente en BMJ Nutrition, Prevention and Health, visitando el siguiente enlace: https://nutrition.bmj.com/content/early/2020/05/20/bmjnph-2020-000085